
Las grietas del relato: las mentiras y trampas discursivas de Albiol en Badalona
Xavier García Albiol lleva más de una década dibujando en Badalona un relato de orden, firmeza y solvencia. Pero bajo ese barniz se esconden episodios que muchos vecinos, periodistas y analistas consideran engaños, medias verdades o directamente manipulaciones políticas. No son rumores difusos. Son hechos documentados que han marcado el debate público en la ciudad y que han influido en cómo se percibe al alcalde más mediático del municipio.
El currículum que se estiró más de la cuenta
Durante años, Albiol se presentó como “licenciado en Derecho”. La revisión oficial del currículum obligó al Ayuntamiento a corregirlo y dejar claro que no poseía una licenciatura del plan antiguo, sino un grado posterior. El matiz no es menor: en política, la credibilidad empieza por explicar con precisión quién eres y de dónde vienes. La confusión alimentó la sensación de que el personaje se cuidaba más que la verdad.
La narrativa de delincuencia asociada a la inmigración
Uno de los pilares de su estrategia ha sido vincular ciertos colectivos migrantes con inseguridad ciudadana. Declaraciones, tuits y eslóganes han servido para sembrar una relación entre “problema social” y “origen extranjero”, una fórmula que funciona en el terreno electoral pero que vulnera la realidad estadística y crea estigmas difíciles de desmontar. Varias entidades sociales han considerado este discurso como incendiario y perjudicial para la convivencia en la ciudad.
La promesa eterna de “ordenar Badalona”
En campaña, Albiol ha repetido que devolvería el orden y reduciría la delincuencia. Sin embargo, los datos de convivencia y problemas estructurales del municipio apenas han mostrado transformaciones profundas. Muchos le reprochan que la narrativa de “mano dura” ha funcionado más como marketing emocional que como plan de gobierno. Un mensaje calculado: sencillo, impactante y ajeno a matices.
El eslogan que nunca dijo todo
“Limpiando Badalona” fue uno de sus lemas más polémicos. Mientras Albiol defendía que hablaba de limpieza urbana, una parte de la ciudadanía vio un mensaje con doble intención, una especie de guiño incómodo que jugaba con esa frontera donde el político puede decir “yo no dije eso”, pero sabe lo que algunos escucharon. Un recurso retórico que no se mancha, pero deja huella.
La sombra de las gestiones irregulares
El caso de las antenas instaladas sin licencia mostró otra grieta. Aunque Albiol fue absuelto judicialmente, la situación dejó preguntas abiertas. El argumento de que un alcalde no sabe qué ocurre en su propio ayuntamiento resultó, para muchos, difícil de digerir. La absolución legal no borró las dudas políticas:
¿negligencia o simple descontrol?
La alquimia política de Albiol
El éxito de Albiol se explica, en parte, por su habilidad para convertir angustias cotidianas en discursos redondos. Orden, identidad, seguridad, orgullo local. Palabras grandes que esconden huecos pequeños donde se cuelan las medias verdades. Su estrategia consiste en situarse siempre en el terreno emocional y evitar el técnico. En dibujar amenazas, no soluciones. En aparecer como el único adulto en la sala, incluso cuando la sala pide matices.
Badalona es una ciudad compleja, diversa y viva. Sus problemas no caben en un tuit ni se resuelven con metáforas de “limpiar” o “poner orden”.
Y es precisamente ahí donde las mentiras, omisiones y exageraciones de Albiol se vuelven peligrosas: no por su tamaño, sino por su capacidad para desviar la conversación pública hacia un terreno donde el miedo pesa más que la evidencia.
Badalona merece debates que iluminen, no que nublen. Y merece líderes que expliquen, no que editen su propia realidad.